Tras hacer algunas compras de última hora, o de "al fin me acuerdo lo que tenía que comprar", llegamos ante el ayuntamiento que era donde se esperaba que llegasen los "regios personajes".
Al poco de estar aguantando estoicamente el frío, aparecen en la plaza -provenientes de la Plaza de Abajo- los miembros de la banda tocando música, en clara avanzadilla del "cortejo real".
Tras situarse los músicos ante el Bar España, aparecen tres automóviles, enfilados uno tras otro hacia el ayuntamiento, viendo, antes de detenerse casi en mitad de la plaza, que en el interior de cada uno de ellos va una "majestad". Antes de abandonar sus "modernos camellos" -nosotros esperábamos que al menos llegasen sobre monturas equinas, ya que en el pueblo, al menos, esiste picadero- "la multitud" se dirigió a ellos -madres y abuelas, en su mayoría- con niñas y niños en brazos para que pudiesen ver -¿O tendría que decir admirar?- y saludar a SS.MM.
Tras abrirse paso entre "tan apretado gentío", desprendiéndose de saludos y sonrisas, los cuales recogía la gente con gran regocijo, llegaron hasta un balcón del primer piso del ayuntamiento, donde siguieron prodigando saludos al público con gran efusión, obsequiándonos a los concurrentes su "emotiva homilía", con espléndida "verborrea", versada sobre felicidad e inocencia infantil, como para "dejar con la boca abierta hasta el más docto en temas navideños"; de "reyes magos" por más señas.
Tras erudito discurso llegaron hasta los "tronos" expuestos ante la puerta del consistorio -y ante sendos cortinones de terciopelo encarnado tirando a grana-, colocados ex profeso para recibir a las inocentes criaturas que tras darles un beso recibían una bolsa-cucurucho con golosinas. Algo después, oía yo un comentario de una madre, relativo a si estarían "sus majestades confabulados con los dentistas". (esto es totalmente cierto).
Lo que no entiendo, es como los niños, inocentes criaturas, pero a los que "no se les escapa ni una", aguantaron estoicamente el paso por las piernas -los sentaban en ellas- de "un rey" y los brazos -los abrazaban para besar o subirlos a su regazo- de otro sin llorar, o al menos retraerse, para darles un beso, aunque fuese a cambio de una bolsita de "chuches", ya que la facha que tenían los tres era como para llorar.
A las fotos me remito, sin hacer más comentario que el relativo a "su majestad Baltasar", dejando antes esta opinión: a los niños habría que haberles hecho un homenaje al final del regio acto, o sino, prepararlo para otro día -distinto de el día del niño- pues tiene mucho mérito el aguante y valentía que han demostrado tener, al ponerse ante tales esperpentos (al diccionario remito a quien extrañe tal nominación). Y, pienso, que no solamente han tenido que soportarlo las niñas y niños de Sacedón, pues ya es "manía" general en la geografía española, tal comedia.
¿Cómo es posible que a estas alturas se siga transfigurando, o desfigurando, a un hombre blanco haciéndole pasar por negro, para "representar" -esto es un decir- al rey Baltasar? ¿Es que no hay un hombre con la piel natural de dicho color, y así no se le pintaría de un color tan negro a uno blanco? Porque además de que los rasgos naturales no los disimula nadie, ni aunque lo intentase, tampoco creo que haya en todo el mundo una raza, ni afro-americana, ni africana, ni aborigen-australiana ni nada por el estilo, que tenga la piel tan negra como el betún; sí, así, literalmente como el betún llevaba pintada la cara "nuestro Baltasar" y resaltando los rojos labios, como veinte moscas sobrenadando en un vaso de leche resaltan. ¿Dónde se ha visto que las personas de raza negra tengan los labios -exteriormente- de rojo bermellón, que es lo que resaltaba del rey en cuestión? Al menos las manos las llevaba enguantadas, ya que así no tendría que habérselas con el inconveniente de "desteñir" a los niños.
Claro que así las llevaban los tres, enguantadas en sendos guantes blancos. Pero esto es normal, o norma -que esto no lo aseguro porque no sé si es así, aunque si no lo es debería de serlo- ya que a los niños no se les debe de "andar manoseando" como si tal cosa, pues a saber qué es lo que pueden haber tocado antes de sostener a las inocentes criaturas en sus manos.
Finalizado el festivo evento nos dirigimos al coche para regresar a casa, donde al llegar nos recibió mi perrita y el calor del hogar. Y para contrarestar el frío de la plaza que se había venido con nosostros y nos "había calado hasta los huesos", nos tomamos sendos cafés con leche, calentitos, con un buen trozo de roscón relleno de chocolate.
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