domingo, 1 de enero de 2012

Paseo nocturno por el pueblo

Hace algunas noches salí a dar una vuelta por el pueblo. Esa tarde noche no había niebla -al menos había poca- y decidí tomar unas fotos comenzando por la parte de abajo, por el parque, por donde se instala el mercadillo los miércoles, cerca del pantano.
Tenía la intención de hacer esto desde hacía varios días, pues en las tardes de los lunes y los miércoles en que tengo que salir a la calle, tengo una hora y media para poder dedicarla a fotografiar. La verdad es que tengo libres todas las tardes enteras, pero como no tengo que salir ex profeso de nada y hace frío, al tiempo que oscurece pronto, me da pereza y me quedo en casa, dejando las fotos para el paseo matutino.
Como veía que podía sacar buenas fotos con luces anaranjadas, pues pensaba tomarlas sin flash, tomé la decisión de hacer unas cuantas durante algunas tardes.
Así que, aprovechando una tarde en que mi mujer quedaba en la clase de yoga, comencé a hacer fotos en lo que hacía tiempo hasta que terminase; una hora y media. Tiempo que aproveché en tomar unas cuantas, así como un poco de frío, que hacía bastante como para tomar y regalar, sobre todo por el parque.
Me previne de la cámara y hasta del zoom, y en cambio se me olvidó coger el estuche donde guardo el trípode, que sin él no pude usar el zoom pues de noche, aunque haya luz suficiente para no usar el flash, salen muy movidas las fotos tomadas con él.
Estuvimos callejeando, mi perrita Suska y yo, tomando fotos de las zonas mencionadas, ya que de otras calles ya había tomado en otra ocasión; parte ya he dejado por aquí y otras ya las pondré en otro momento.
Paseando fui a dar a última hora -de espera, pues eran la nueve menos cuarto de la noche-, a la plaza que queda por detrás de la iglesia, donde me encontré, a la puerta de un garaje o taller, con el estanquero, el hijo, que andaba por allí con un paisano y al parecer amigo suyo.
Charlamos un rato, intercambiando vicisitudes y vivencias, de Sacedón y alrededores por su parte y de Villamanta y Pozuelo de Alarcón por la mía, pues en la primera villa viví trece años y en la segunda nací, me crié y moré en ella hasta la década de los 80 del siglo pasado. ¡Hay que jorobarse lo lejano que parece decirlo así y lo viejo que aparenta ser uno!























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