jueves, 21 de junio de 2012

Gorgojo en la terraza

Esta tarde me he encontrado otro escarabajo en la terraza.

Salí a fumarme un cigarrillo y al apoyarme en la barandilla veo que salta algo al suelo, me fijo y veo un escarabajo que me ha parecido raro a simple vista. Digo a simple vista, porque no me he agachado a mirarlo en el suelo y desde la altura es lo que me había parecido.

La verdad es que no había visto uno así antes; los he visto negros, con más o menos "trompeta" y en fotografía, pero en vivo y caminando, y teniéndolo tan cerca, nunca.
El otro día vi también vivo, y muy cerca, uno bastante más grande, era un escarabajo rinoceronte.

Para colmo, no era el "copris hispanus", o sea, el español (al menos así lo dice Wikipedia, que es donde me he informado), que al parecer hasta tenemos uno autóctono, sino que era "extranjero"; Oryctes nasicornis, se llama el tipo.

Bueno, a lo que iba. Al verle raro y de ese color, enseguida he pensado en sacarle alguna foto, pues bicho que se posa en cualquier parte de la terraza y le veo, no se queda, ni se va, sin la sesión fotográfica.

Me había dado cuenta de lo raro que era, o a mí me lo ha parecido, por el color, pero ni le había visto el apéndice nasal al tipo. Hasta que no "he revelado" las fotos, o sea, hasta que no las he descargado en el ordenador, no he visto que tenía trompeta, pensé que era uno normalito, pero de color amarillo.Así que me he llevado una sorpresa al ver la "trompeta" que se gasta el amigo.

Casi siempre que hago fotos a las plantas hay algún bichejo en ellas, sobre todo en las flores, que no veo al hacer las fotos, los descubro en la pantalla del ordenador cuando descargo las fotos. Bueno, hay veces en que los veo andando, o en solitario agarrados a alguna rama, o en pareja y hasta haciendo el amor, que no sé si serían macho y hembra o dos machos, pues al parecer, y según he leído en alguna página de Internet, se da la homosexualidad en los escarabajos.

Cosa esta, o fenómeno, que se ha estudiado en alguna universidad extranjera, pues aquí no se nos ocurre "hacer esas tonterías". El dinero que "se tiraría" en "esos estudios" o investigación, es mejor ahorrárselo, ya que si estamos en plan de "arañar" (rapiñar diría yo) del presupuesto de educación, investigación e "inseguridad insocial", no vamos (van, que yo no lo administro) a "tirarlo" en tamaña tontería.

AdriPozuelo,
Sacedón

                           
Posted by Picasa


Parece ser que esto sale como le da la real gana; descargo las fotos, le marco la orientación que quiero para ellas, izquierda o derecha, y nada, que sale arriba o abajo lo escrito. En cambio las fotos se quedan en el lateral del blogg que elijo.

viernes, 15 de junio de 2012

El "Maratón" de cuentos

El otro día, o sea ayer, por la tarde se celebró el maratón de cuentos en el pueblo. La cita fue a las seis y media de la tarde (18:30) en el Centro de La Cultura.

La afluencia de público fue más bien escasa, al menos eso creo, pues como se puede apreciar en las fotos así fue y la participación, los que contamos cuentos, fue aun más escasa.

Los que más participaron fueron las pequeñas y pequeños, en grupo y coparticipando con algún mayor, como fue el caso de la coordinadora del evento y encargada de la biblioteca que lo hizo con un chaval que iba colocando adhesivos en una pintura, según ella contaba el cuento y con un grupo de chavalinas y chavalines.

También contaron cuentos en solitario algunas niñas y algunos mayores, como fueron tres mujeres y yo, más la encargada de la biblioteca, que no recuerdo su nombre en este momento; por lo que desde aquí la pido disculpas por el despiste.

La mejor interpretación fue la de las féminas mayores, y con diferencia, ya que yo lo hice fatal, pues de cómo había pensado en contar mi cuento y la forma de desarrollarlo, cuando llegó el momento nada de nada, no lo pude declamar de memoria, ni lo pude actuar, de lo nervioso que estaba. Parecía que no había estado nunca hablando al público en directo.

Yo pensaba que no tendría problema, que lo haría bien, ya que he hablado en público más veces, pero claro, de eso hace mucho tiempo. Aunque lo aprendido dicen que no se olvida fácilmente, pero lo mío no es olvido, sino falta de práctica. Al final de cada participación se nos entregaba un pin conmemorativo.

Lo que eché en falta fue la asistencia de un sector de la juventud. Ya no digo que fuesen a contar cuentos, que también bien que podrían haberlo hecho, sino, al menos asistir, pues no creo que estuviesen trabajando u ocupados en mejores labores que la participación en la Cultura. Y además de su pueblo, que no solo son "cultura" o "arte" los toros y el fútbol, que dicho sea de paso, particularmente creo que no lo son en absoluto.

Pero que le vamos a hacer, es lo que hay y si no se promociona oficialmente la Cultura (con mayúscula, como debe de ser), al menos como se promocionan los toros y el fútbol, estos eventos irán en decaída o decadencia, como se prefiera.

Porque, no hace falta traer a alguna celebridad cultural (o no), para que cuente cuentos (o nos cuente "su cuento", que siempre aprovechan para echarse flores), pues si no hay presupuesto para ello, no se "contratan" y no pasa nada. Pero al menos se podía promocionar localmente, pues creo que sería una mínima cantidad, el coste de una publicidad local (y "decente"), aunque nada más fuese a base de carteles, o panfletos, aunque estos no serían subversivos.

Para ciertas fiestas, he visto por los establecimientos del pueblo "las revistas", pues parecen "del corazón" (prensa rosa), a todo color y en papel de alta calidad y definición fotográfica. Creo que eso no se hace con "cuatro perras", en cambio la publicidad, a base de unos decentes carteles para el "Maratón" de cuentos, no serían ni dos lo que le costaría a las arcas municipales y además merecería la pena la inversión.

¿O es que a nuestros ediles no les interesa la culturización del pueblo y pone tanto desinterés en ello, como el gobierno de la nación, con los recortes en educación que está llevando a efecto? ¿Nos interesa más tener "cabezas cuadradas" o "rectangulares", con tanto fútbol televisivo y propagandeado (publicitado), o bien cabezas "redondas" por efecto del "redondel" o arena, o "esféricas" por el efecto de tanto esférico, que "hasta en la sopa" lo tenemos?

Recuerdo que hace unos años, casi toda la mitad del siglo pasado, el "clásico S. XX", cuando el gobierno quería "distraernos" de los problemas sociales y políticos, nos "metían" fútbol y toros por televisión. Esa era la forma de "culturizarnos", de aquél gobierno.

¿Iremos para atrás como el cangrejo? Así decía mi madre, que. E. P. D., cuando tras haber conseguido avanzar en algo se retrocedía, o al haber conseguido algo se desistía de ello después.

Esperemos que sea pasajero este bache (socavón diría yo), y que "cuando se harten de hacerse ricos" los de siempre, nos dejen algunas porciones del pastel, porque ahora, como estamos, no parece que vayan a dejarnos ni las migajas, ni lamer la bandeja siquiera. Nos dirán que chupemos del pezón de un carro, o saquemos leche de una alcuza (arcuza, en el decir popular mayormente). Más o menos lo que nos decían en el siglo pasado, el glorioso siglo veinte. Que E. P. D. y el que gobernó muchos años en él, "gloriosamente", también.

----------------------<>----------------------

Dejo también aquí el cuento, creado para la ocasión, en recuerdo de una tarde de juegos y merienda, allá en mi pueblo natal, Pozuelo de Alarcón, por los años cincuenta.


MERIENDA EN EL BARRANCO

Era una tarde cualquiera de la década de los cincuenta, donde el año no importa, ni cuenta, aun para el caso que fuera, en que unos cuantos chavales, cinco, cuatro hermanos y un amigo por más señas, tras dejar las tareas cabales, deciden, como hacían algunas tardes, irse al barranco a jugar y también de merienda.
Preparan sus canteros de pan, quitándoles la miga, rociando por dentro de aceite, tomate, pimentón y sal, rica merienda se adivina, siendo que el aceite, además, es puro y virgen de oliva.
En sendas botellas de cristal ya que cantimploras no gastan, echan agua fresca del pozo; envuelven los bocatas en papel de estraza, y con alborozo, con mucho entusiasmo y gozo, meten todo en la talega, ya que el sueldo del padre para mochilas no llega.
Carga uno de ellos al hombro el talego, saliendo de casa luego, andando hacia la retama que hay al comienzo del campo, ya que esconden entre sus ramas las flechas y los arcos, pues debajo de la cama esconderlos no es caso, porque su madre al limpiar, con el preciado arsenal en ocasiones ha dado, se los hace añicos la mujer y se quedan desarmados.
Estos últimos que han hecho -me refiero a los arcos-, son buenos pues de fresno los han montado. Aunque las flechas también lo son, ya que el palo es de cardo, lo que las hace ligeras y certeras como un dardo, añadiéndoles en la punta una piedra y alambre enrollado, quedando así completas, cual ligero venablo armado.
Al llegar al barranco, por el arroyo de Las Cárcavas formado, ven que hay cuatro chavales por sus aledaños jugando. Gritando suben la ladera y entre juncos y retamas bajan vociferando, dando trompicones con las piedras, a los matojos esquivando y junto al borde del arroyo, casi junto a las zarzas frenando. ¡Estos están como regaderas! Comentan, los recién llegados, en lo que a ellos se acercan.
¿De dónde sois? –preguntan los allí hallados- De aquí, ¿y vosotros? –contestan y preguntan a su vez los recién llegados- De Madrid; hemos venido a casa de unos tíos y aquí..., estamos, jugando, a los indios. Pues a lo mismo hemos venido nosotros... y a merendar, ya que estamos. Pues nosotros también. –y las presentaciones dejaron-.
Tras un corto espacio de deliberaciones y un intercambio de ideas, deciden jugar juntos, dejando todas las meriendas escondidas entre los juncos.
¿Qué tenéis en el pan? -quieren saber los madrileños-. Aceite, tomate, pimentón y sal. ¿Y vosotros? -contestan los pozueleños-. Mortadela, chorizo y patas fritas a la inglesa. ¡Pero no os vamos a dar! –dicen con recochineo los forasteros-. ¡Pues bueno! –cortan los otros-.
¿Y de beber qué tenéis? ¡Agua fresca del pozo, que hemos tenido que sacar nosotros! Pues nosotros tenemos naranjada, que no hemos tenido que comprar y en mi casa tenemos más, que compra mi papá.
Los del agua se miraron y se sonrieron, sabiendo lo que todos ellos pensaban, que no era otra cosa que en cuanto se descuidaran, los cursis sin merienda se quedaban.
Se decide jugar al escondite, pues así lo decide la mayoría; cinco contra cuatro, los cuales querían seguir jugando a los indios y que los otros les dejasen los arcos y las flechas, pues ellos usaban lanzas, y mal hechas.
Echan a suerte de piedra en mano cerrada, cuál será el que la liga, siendo a uno de los hermanos al que le toca la cuenta. ¡No vale esconderse tras estas zarzas, ni por aquí cerca –dice el contador-, ni a mi alrededor!
Se colocó frente a las zarzas, ya que para hacerlo ante una pared, tendría que ser, al otro lado del arroyo y con los pies dentro del agua. Se tapó los ojos con las manos -¡Pero sin mirar he! Le avisaron- y contó hasta noventa.
En lo que sus hermanos, entre los juncos cercanos se quedaban, los cuatreros –ya que cuatro eran- se van lejos, al no poder quedarse cerca.
Terminada la cuenta y la coletilla de: el que no se haya escondido que se esconda, que allá voy, salió en busca de los escondidos. Y claro, como era normal que sucediera, pues así tenía que suceder, los tres hermanos y el amigo se fueron salvando, y uno a uno le fueron chivando al de la liga, que los cursis se habían escondido lejos; ladera arriba.
Se dirigen los cinco hacia el escondrijo donde escondieron la merienda y abren de los otros la mochila, descubriendo dos cantimploras con naranjada y cuatro bocatas: dos de chorizo, dos de mortadela y dos bolsas de patatas fritas; ah, pero a la inglesa, donde además de la marca leíase una singular coletilla, que a los chicos les hizo tanta gracia que se desternillaron de risa.
En las bolsas leyeron: “patatíbiris fritíbiris”, a lo que el más avispado añadió: para los “chiquíbiris de pozuelíbiris”. Y es que esto les vino al pelo, no fue para menos la cosa, pues bien que les dieron el camelo, al decirles que se escondan.
Tras vaciar la mochila, salieron de allí por piernas, en lo que la otra cuadrilla escondida seguía; lejos, no se sabía dónde, ladera arriba.
Saltando por entre los juncos el quinteto corría, al tiempo que a voz en grito y al unísono decían: “patatíbiris fritíbiris para los chiquíbiris de pozuelíbiris”. Una y otra vez así repetían la letanía recién aprendida y sin volver la vista atrás, aunque les hubiese de gustar, ver la cara que ponían, los dueños de la mochila, al encontrarla entre los juncos y además, vacía.