sábado, 19 de enero de 2013

De Sacedón a Pastrana


Ayer sábado, por la mañana estuvimos en Pastrana.
Salimos de Sacedón con algo de niebla en el ambiente, solo que a medida que cubríamos trayecto se hacía más o menos espesa y por tanto más o menos visible el paisaje, o al menos nítidamente como para que las fotos hubiesen quedado claras, limpias de atmósfera.

Al pasar por el cerro Alto San Julián, se veía bien la carretera pero mirando alrededor veíamos todo el paisaje nublado. Sobre el río Tajo, tanto al otro lado del dique como en dirección a Pareja, se veía la niebla suspendida sobre las cimas y lomas de la Sierra de Altomira.

Dejamos la N-320 justo al final del pequeño puerto del paraje de Entrepeñas, al llegar y tomar por el cruce la CM-2009 en dirección a Sayatón. Desde el cruce hasta el pueblo, veíase el paisaje más despejado de neblina; tan solo algunas sombras aisladas caían sobre los prados.

Al pasar por el desvío, donde hacia la izquierda damos con el Salto de Bolarque y a
la derecha subimos hacia el pueblo de Sayatón, al que veíamos en lo alto de un cerro sobre nosotros, los rayos solares regaban la campiña y los meandros del Río Tajo, acentuando la gran belleza del paisaje, encendiendo en arbustos y juncales tenues lucecillas; cubriendo la superficie del agua, desprendía plateadas mariposas sin emprender vuelo.

Pasando el siguiente cruce de carreteras, unos kilómetros adelante del anterior, el sol incidía plenamente en cerros y lomas, así como en la carretera, consiguiendo que los verdes prados lucieran distintas tonalidades del bello color de la naturaleza.
Poco antes de llegar a nuestro destino las nubes ya estaban relativamente altas, ofreciéndonos la naturaleza el bello paisaje de la campiña y vega del río, con los pastos verdes y los sembrados brotando, pudiendo disfrutar de la gama de colores.

Al salir de una de las varias curvas que siguen el trazado del pequeño río, se nos ofreció ante nosotros y en la lejanía, el majestuoso edificio del Convento del Carmen, obra del siglo XVI, erigido por la orden de la "santa" de Ávila, bajo la protección de Felipe II. Allí tuvo "las sonadas" disputas la carmelita Teresa con la de Éboli, ambas beneficiadas, o protegidas del monarca, aunque a la princesa la tuviera encerrada en el palacio de la Plaza de la Hora, a pesar de ser primos y haber tenido un hijo suyo.

Lo que son las cosas, la realeza se juntaba y arrejuntaban, lo mismo que se casaban entre ellos, esto bajo la autorización y el beneplácito del papa por supuesto, y tenían hijos. ¿De qué se puede decir que eran hijos? Y después los hacían obispos, cardenales, primados, príncipes, grandes de España y hasta nada menos que santos, siendo como eran hijos de... Bueno, dejemos el tema para otra ocasión más propicia.

Entrábamos en Pastrana por la carretera de Tarancón. Llegados al pueblo aparcamos en la Plaza de la Hora, junto al palacio. En cuanto abrimos las puertas del coche sentimos el frío que hacía.
Nos dirigimos a la estafeta de correos, ya que esta visita es la que motivó nuestro viaje, abrochándonos bien las prendas de abrigo, pues corría un airecillo bien frío, dejándose sentir también la humedad reinante que el sol aun no había conseguido neutralizar. Y con "el trancazo" que llevábamos encima los dos, no era para tomarse a la ligera las inclemencias de los elementos.

De camino a la Calle de los Cuatro caños, donde frente a la fuente que le da nombre se encuentra la estafeta, pasamos junto a una chocolatería que tenía en sus escaparates ciertos productos llamativos. Entre ellos había una preciosa casita elaborada con el delicioso manjar obtenido del cacao, tanto en su variedad negra como blanca; la tomé una foto y seguimos.

Un poco más adelante, haciendo esquina con la calle por la que circulábamos y con la que teníamos que tomar, se encuentra una pastelería-cafetería, con unos atrayentes bollos que vimos en el escaparate, leyendo en un cartelito sito en un lateral: "CARIDADES DE SAN ANTÓN". Esto, el nombre, me llamó la atención, pues yo solo conozco las caridades de San Sebastián.
Estas se elaboran para el día del santo el 20 de enero, en mi pueblo, Pozuelo de Alarcón, consistentes en una pieza de pan en forma de churro, pero grande, más ancha en la tripa que en las puntas que van unidas y con anises entre la masa, de modo que al cocer en el horno toda ella sabe ligeramente a anís. También se elaboran en masa de bollo, por tanto son dulces, pues además llevan una costra de azúcar por encima. Estas se elaboran desde hace relativamente pocos años.

Comentamos que al volver pasaríamos a tomarnos un café y de paso saber cómo eran estas caridades. Pues al volver pasamos, pedimos unos chocolates al ver la chocolatera sobre el mostrador, pero nos dijo la señora que atiende el negocio que no tenía, entonces pedimos dos cafés y pregunté por las caridades. La señora me dijo “estas son”, señalando unos bollos que había en una bandeja.
Estos tienen forma de molinillo de viento, de aquellos que de pequeños comprábamos en la feria del pueblo, hechos de papel metálico y sujetos a un palito por medio de un alfiler de cabeza de color. Mejor sería decir que compraban quien los comprase, ya que yo me los hacía de papel y ramas secas de cardo, que eran las mismas que usaba para confeccionar mis flechas de arco, escogiendo las más rectas; el alfiler lo cogía del costurero de mi madre.

La masa del bollo es muy parecida a la de los roscones, eso si no es la misma receta, ya que hasta lleva menudencias de fruta escarchada por encima, junto con anisillos y confetis de caramelo, más los anises o granos de anís entre la masa.

La verdad es que el bollo está riquísimo, pues lo he probado. No me pude resistir, lo vi y no pude retenerme de comprar uno, di suelta a la tentación y al bolsillo y me llevé uno para casa, junto con un tarro de miel con nueces. Tanto solo como con café con leche, "se deja comer" de maravilla.
Salimos de la cafetería algo más calientes que cuando entramos y tomando el coche nos dirigimos a la carretera. Antes de alejarnos del pueblo nos acercamos hasta el convento, pues la vez anterior que estuvimos no nos dio tiempo de visitarlo, tomándole las fotos desde la lejanía, prometiendo visitarlo a la mejor ocasión que se presentase.

Como en aquella otra ocasión, entramos -y salíamos- por la carretera procedentes de Budia, habiendo visitado antes el pueblo de Fuentelencina, la colegiata y museo de Pastrana, tomando fotos de sus calles, edificios, plazas y el palacio exteriormente, pues tampoco pudimos pasar a visitarlo, se nos fue el día y nos fuimos sin acercarnos hasta el convento.

Una vez en el patio le hicimos fotos de las fachadas, ya que al interior no pudimos acceder ni al museo, tomamos unas cuantas del pueblo desde la terraza que forma el patio a modo de mirador, otras cuantas del valle abajo y salimos para seguir fotografiando en el trayecto de vuelta.

La que hicimos por la misma carretera, hasta la proximidad con la antigua N-320, hoy N-320a, que procedente de Auñón pasa sobre el Tajo a través del puente medieval de piedra y sube junto a la pared de roca horadada, a encontrase de nuevo sobre el dique con la nueva carretera, ante la boca de uno de los tres túneles existentes, poco antes de llegar a Sacedón.

Al cruzar el puente tomamos a la derecha en dirección al río, donde ya toma nombre de Embalse de Bolarque, por un camino de tierra que según reza en un deteriorado y oxidado cartel lleva a La Carrascosilla, finca que hay camino adelante y que de ella toma nombre una urbanización de chalets junto al embalse.

Tomamos unas fotos del paraje, llegando hasta un punto en el que pudimos dar la vuelta, al no poder hacerlo antes debido a la estrechez del paso de carros que continua monte adentro y donde según se nos advertía en un letrero confeccionado para el caso, no se podía seguir adelante por llevarse a cabo una cacería en las inmediaciones.

Seguimos el camino de regreso hasta dejar el puente a nuestra izquierda, comenzando a subir la pendiente de la antigua carretera, comprobando que algo se ha querido paliar el deterioro, pues se ha parcheado con asfalto la mayoría de los baches que ya se habían adueñado del piso y que hacían difícil la circulación por allí, teniendo que conducir con bastante precaución, si es que se quería conservar las ruedas y amortiguación del coche.





Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Sacedón, Guadalajara
14 de enero de 2013



Carricero políglota, curruca cabecinegra y escarabajo dorado



















Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Sacedón, Guadalajara

viernes, 18 de enero de 2013

Accidente mortal

Circulaba a gran velocidad por la autovía. Pocos minutos faltaban para el desenlace, aunque esperado cambio, y a su pesar veía que no llegaría a tiempo.

Conectó la radio, pues así al menos oiría el ambiente que sabía que se iba a perder de disfrutar en directo.

El presentador de turno, a voz en grito decía en ese momento: “...los cuartos” y guardó silencio. Comenzaron a oírse los cuatro toques dobles de campanas; cesaron, y comenzaron los tañidos de las doce campanadas.

En el mismo instante que se dejó de oír el primero, sin atenuarse su eco metálico y sin llegar a sonar el segundo golpe de badajo, dos lindos gatitos, rayados de un precioso rubio, sentados en el interior de un cesto de mimbre, sus despiertos ojos mirándole, se interpusieron en su trayectoria.

No pudo sortearlos, pues de haberlo hecho habría derrapado y hubiera salido por un lateral de la autopista a despeñarse por el talud. Pisó el freno pero no pudo evitar el encontronazo.

El golpe fue brutal, mortal de necesidad. Quedó un instante conmocionado, aturdido, pero no lo suficiente como para no poder ver ante él una masa ingente de números, poco antes compacta, que se desintegraba en el espacio.

Días, semanas, meses, todos por los aires; todos se iban al garete. Aferrado al volante con las dos manos, los ojos desorbitados por el asombro, oyó un fuerte golpe sobre el coche. El techó bajó hasta tocarle la cabeza.

Se apeó para inspeccionar qué podía haber sido aquello, comprobando incrédulo como un gran almanaque, con un nuevo año en sus hojas, irremisiblemente se le había venido encima.










Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Sacedón, Guadalajara
2 de enero de 2013