miércoles, 13 de febrero de 2013

Visita a Guadalajara y Villaflores, pueblo fantasma

Esta mañana he tenido que ir a la capital, a Guadalajara, tenía que recoger unas gafas en una óptica del centro. A las 7:30 me levantaba y a las 9:00 pasábamos por el Alto San Julián. Comenzando a bajar hacia el dique, veo por el retrovisor el coche patrulla de la Guardia Civil, aun algo distante al mío y al tomar una curva que había dejado yo atrás, veo que el coche hace una maniobra rara, como si el control del auto lo hubiera perdido el conductor, saliendo de ella dando ligeros bandazos.

Logrando estabilizar el vehículo, toma el tramo de la corta recta que media entre la próxima curva, encontrándome yo a la mitad del recorrido. Al bajar yo la rampa en 2ª velocidad no rebasaba los 40 km/h y aunque los patrulleros no llevaban encendidas las luces azules de galibo, ni iba haciendo sonar la sirena, en un pispás se colocó detrás de mí, "pisándonos los talones" como se suele decir. Aunque estábamos en un tramo con raya continua que prohíbe el adelantamiento y cerca de la próxima curva, me figuré que haría la maniobra que hizo.

Se acercó a la trasera del coche, "besándome el culo", que también se suele decir del que se te acerca mucho por detrás, y salió hacia su izquierda a base de volantazo; pisó y atravesó la raya continua y se "coló" delante de mí en un instante, frenando al poco, pues "tenía la siguiente curva encima". Al poco lo perdí de vista. En continua bajada y curva a curva llegamos al dique y de la patrulla ni rastro.

Antes de llegar a la capital nos cruzamos en la carretera con varios coches patrulla, alguno de ellos con los faros y luces del galibo encendidas, pero con las sirenas en silencio, y una ambulancia con sus luces y sirena conectadas. Algo debía de haber pasado por algún punto de alguna carretera adyacente, ya que no vimos accidente alguno en la que llevábamos, la N-320.

Desde la carretera tomamos unas fotos de las ruinas de la que fue iglesia de La Golosa, sobresaliendo en lo alto de un cerro cual atalaya inservible. La Golosa fue una aldea que se fundó y construyó en la Edad Media, S XII, por la Orden de Calatrava, siendo abandonada por sus habitantes a consecuencia de la peste, allá por finales del S XIV, concretamente en 1392, pasando a ser vecinos de la cercana Berninches, la cual también era aun aldea por aquél entonces, pertenecientes y dependientes ambas con algunas otras más, a la administración de la Orden de Calatrava.

Según veía las nubes negras que nos seguían, o bien que nos adentrábamos bajo ellas, pensé que nevaría en algún punto del trayecto, pero no fue así, ni nevó ni llovió, a pesar de las cortinas de agua que se veían por varios sitios alrededor nuestro, como sobre la zona de la capital, como vimos más cercanos a ella. La Sierra de Guadarrama apenas se dejaba ver entre la bruma suspendida sobre la campiña.

Llegamos, hicimos el cometido por el que fuimos a la capital alcarreña y tomé unas fotos a la iglesia de San Ginés desde la plaza de Santo Domingo, pasando algo de frío eso sí, pues a pesar del sol que lucía cuando lograba retirar las nubes para poderse asomar y darnos calor, el viento del norte cortaba de frío que venía y la velocidad que traía.

Me traje también unas cuantas fotos del exterior del Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo. Solamente del exterior del monumento arquitectónico, ya que traspasaba yo la puerta del recinto ajardinado a las doce menos diez y me recomendaba salir el guarda porque iba a cerra, pues a las doce terminan las visitas según me informó.

Me dirigí al otro extremo de la ciudad, donde confluye con la Av. Francia la que llevaba, bordeando la Av. de Aragón, por ver si lograba tomar alguna buena foto de la sierra. Tras sacar algunas fotos de los puntos que mal se veían de las montañas, debido esto a la nubes que las cubrían en parte, salimos de la ciudad y pasado el hospital, al poco de tomar la N-320, tomé por la antigua carretera, ahora denominada la N-320a, que subiendo el pequeño puerto se une con su hermana pequeña a la altura de Valdeluz.

Al poco de comenzar a subir hay un desvío a la izquierda, señalizando un cartel la subida a Bellasvistas, donde también informa otro de que la carretera se corta dos kilómetros más arriba, poco antes de unirse a la antigua 320a, apenas con diez metros entre una y otra, impidiendo la unión el final del asfalto y montones de tierra .

Desde allá arriba tan solo mereció la pena fotografiar hacia la sierra, tomando el viaducto de EL Sotillo en primer plano, los campos alcarreños hasta donde se pierden de vista, cerca de la Sierra de Guadarrama, la que tampoco se la veía bien, ni siquiera las cimas, por estar cubiertas de nubes.

Dimos la vuelta y tomamos la antigua 320a dos kilómetros más abajo, para seguir subiendo por ella hasta las inmediaciones de la urbanización Valdeluz, que es donde "se dan la mano las dos hermanas".

Poco antes de llegar al cruce de unión, hay un pueblo abandonado hace años, con la mayoría de las edificaciones en estado ruinoso, conservándose pocos edificios en buen estado, como es una torre, una pequeña iglesia y un recinto palaciego. El buen estado en que se encuentran es relativo, ya que por lo que se aprecia en su parte exterior el deterioro es considerable.

Del interior del palacio y la iglesia no pude apreciar su estado, pues las puertas y ventanas están cegadas por bloques de terracota, lo que impide no solo la vista, sino también el paso a su interior; claro que para cualquier persona, pues por las grietas y resquicios de sus fachadas, quizás más de una alimañana reptante e insectos varios, hayan hecho viaje de entrada y salida.

La mayoría de las casas, todas ellas de semejante construcción cuadriculada y de dos plantas, a excepción de algunas naves que se apreciaba que estaban en uso, tienen sus tejados hundidos o semihundidos, faltando en muchas de ellas puertas y ventanas.

Finalicé desilusionado la visita al pueblo fantasma, pues esperaba encontrarme un poblado antiguo, sí, pero no en ruinas, ya que por el estilo de edificación, debe de ser de últimos del S. IXX o principios del XX su construcción.

Poco antes de abandonar el recinto vallado, me volví para darle el último vistazo al torreón desde esa perspectiva, ya que sobresalía por encima de algún tejado, y al ir a tomar la foto vi aparecer por mi derecha el AVE, que debido a la velocidad que llevaba apenas me dio tiempo tomarle al completo, antes de que se escondiese tras las ramas de árboles, de arbustos y edificios.

Con otras cuantas fotos de la bajada del puerto de Horche, llegamos a casa sin traer alguna buena toma de las montañas nevadas, siendo por ese motivo por el que me llevé la cámara.






















domingo, 10 de febrero de 2013

Nieve helada

La poca nieve que había caído por la noche, por la mañana estaba helada. En el fregadero de la barbacoa había un recipiente donde al parecer la nieve había cuajado, pero estaba hecha hielo.

A los tocones de los troncos que había en el suelo también se les había helado, aunque por su blancura y a simple vista parecía nieve en polvo. Todo estaba cubierto de nieve helada, cuando no de hielo puro. Sobre el asfalto de la calle de acceso al pantano había, parecía cristal; los charcos estaban con una gruesa capa de hielo también y la nieve que había sobre las hojas y adherida a las ramas igual.

Al menos el paisaje estaba bello así de blanco con entreverados de verde hierba y ocre de tierra. Tomé unas cuantas fotos de acá y de allá, por no variar la costumbre en mis paseos, y de "Betoven", que se vino detrás de nosotros. Parecía el perro de salvamento de las nives, pues al ser de raza San Bernardo, solo le faltaba el barrilete colgado al cuello.

Al estar luciendo el sol desde hacía ya al menos dos horas, creí que al regreso habría fundido ya la mayoría de la nieve y quizás el hielo también. No fue así, y podría ser debido a que el viento racheado del norte venía muy frío. Los bancos, la calle, la hierba, los troncos, las hojas, todo, todo seguía blanco o semiblanco y helado.

Regresé caminando sobre la nieve de la hierba, al seguir de la calle adelante, y al pasar a la calzada para atravesar el puente y al salir y subir la rampa de acceso a casa, lo tuve que hacer con mucho cuidado, procurando no resbalar. La acera y la entrada al portal, estaban en el mismo estado. De esta zona, al no dar el sol en todo el día, la helada duró dos días, pues el viento frío del norte es lo que demoró en abandonarnos; que en buena hora se fue, y tanta paz llevara, como la que aquí dejó.

Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Sacedón, Guadalajara
23 de enero de 2013