jueves, 6 de septiembre de 2012

Milano negro posado en el suelo y volando

Nos venía rondando ya hace días y al fin ayer pude fotografiarlo a gusto.

El primer día que lo vi nos salió de detrás de las ramas de un pino, dirigiéndose hacia nosotros, o más bien hacia Suska, pero al verme a mí tan cerca y más grande que él, bastante más grande, por supuesto, desvió su trayectoria y remontó el vuelo.

Estuvo merodeando sobre nosotros un buen rato y maldije el hecho de no haberme bajado la cámara ese día, por tanto, me dije que a partir de entonces la llevaría siempre conmigo, como a Suska, aunque a ella es obligatorio bajarla, o sacarla a pasear.

Aunque hay días que no sé quién saca a quién, o cual de los dos sale por causa del otro.

Otro día apareció poco más o menos de idéntica forma: tras unas ramas de un pino, bajo el que estábamos Suska y yo.

Estaba haciendo fotos a unas cigüeñas que estaban posadas en el suelo, cerca del pantano, y al remontar el vuelo la bandada la vi por el visor de la cámara que venía en nuestra dirección, o más bien en dirección a Suska, pero al verme a mí remontó y se quedó sobrevolándonos en círculo sobre nuestras cabezas, sin atreverse a bajar a por ella, pues yo creo que es por quien baja y se acerca tanto.

Enfoqué la cámara hacia el ave y disparé. Pero a la primera ni se movió el objetivo para enfocarlo ni disparaba el obturador. Yo dale que dale al botoncito, por si es que se hubiera quedado como atascado, pues otras veces pasa y al volver a apretar se desbloquea y sigo haciendo fotos como si tal cosa.

Al observar que no hacía nada, ni ruido ni movimiento alguno, miré a la pantallita para ver si ponía alguna leyenda sobre avería o algo parecido, aunque me extrañaba que se hubiera averiado la máquina, y lo que decía era: "Batería baja". ¡¡"Me cag* en tó lo que se menea"!!

Pues si la lectura de batería decía que había un 50% de carga ¿cómo era posible que se hubiera agotado ya? Pues sencillo; la batería es "trucha", ya que así me ahorraba 40 € de nada -"que ahí es ná"-, aunque sabía que tenía menos amperaje y por tanto menos capacidad de carga, pero no que la cámara la leería mal, o ella diese mala información sobre su carga.

Subí a casa a por la original, que no quise bajarla antes pues con 50 % de carga hubiera tenido suficiente con la otra, y cuando bajamos de nuevo junto al pantano ya no estaba por allí. Por el contrario las cigüeñas seguían al otro lado del pantano, que es donde se habían posado antes de irnos de allí.

Al final del paseo no logré ver al milano y sí a las cigüeñas, que en vuelo estaban sobre la Ribera de Entrepeñas, un poco más adelante de donde tendríamos que pasar nosotros de regreso a casa, dándome la oportunidad, y el gustazo, de fotografiarlas a placer, tanto al posarse, como posadas en el suelo, como cuando remontaron y en pleno vuelo, al alejarse, al acercarse y al sobrevolar en círculo sobre nosotros.

Ayer el modelo fue el milano. ¡Cómo posaba! Claro que no sé si es que me daba bola porque tenía a Suska muy cerquita de él. Ella se acercó más que yo al estar al final de la traílla que yo tenía sujeta, a unos cinco metros más cerca.

Salió de detrás de un pino, como había hecho el día anterior, que no me dio tiempo más que a hacerle cinco fotos de las que tan solo se salvaron tres, y se fue volando hacia el pantano, posándose sobre una roca, que sobresale del terreno un metro aproximadamente.

Como íbamos paseando por uno de los caminos de la ladera del Alto San Julián, la vi muy lejos como para ir a hacerla unas fotos, pues tendría que seguir hasta el próximo camino de bajada hacia el embarcadero, o darnos la vuelta y tomar por otro de los que habíamos dejado detrás.

Al fin me decidí, y si llegaba, llegaba y si no, al menos lo habría intentado. Miré hacia abajo sin dar un paso hacia delante y sin retroceder, ojeé el terraplén y bajé por él, ya que por ahí llegaría directamente al ave.

A cada tramo me paraba y le tiraba unas fotos, teniendo cuidado -mucho cuidado, ya que hay muchas piedras sueltas- de no resbalar y bajar rodando, que aunque llegaría antes abajo, no creo que fuese en condiciones de seguir haciendo fotos.

Llegamos sanos y salvos -Suska no dio ni un ligero tirón siquiera- y me fui acercando despacio al milano, haciendo las mismas paradas, o de igual forma, que bajando la pendiente.

Me quedé como a quince metros del pájaro, pues no quería espantarlo ya que aguantó sobre la piedra hasta que llegamos abajo. Salió volando en tres ocasiones, daba unas vueltas más o menos grandes a nuestro alrededor y se posaba de nuevo.

Cada vez que se posaba me iba hacia él, haciendo fotos en lo que caminaba. Me dejaba hacerle unas cuantas y emprendía de nuevo el vuelo.

La última fue la mejor serie pues quedó frente al sol y el plumaje se veía de otro tono, más lucido. Además, es como si se estuviese despidiendo y me dijera: "saca todas las que puedas y sácame bien, que facilidades ya te doy para ello". Cambiaba de postura, miraba para un lado y otro, para arriba, que no sé qué miraría pues si yo miraba para allá lo mismo se iba y quería tomarle alguna "buena" al remontar el vuelo.

Al final le hice más de cuatrocientas fotos, pero he desechado más cantidad de las que he salvado, que serán alrededor de doscientas.

























Ya no hay pecio, lo han sacado

En la entrada del día 8 del mes de julio, comentaba que, según al paso que se llevaban el agua del pantano hacia el Segura, por medio del trasvase, para finales del verano, o antes del final, veríamos el pecio al completo. Así estaba el nivel del pantano en el mes de julio del año pasado. La foto está tomada desde mi terraza, que por aquellas fechas y en el otoño e invierno pasado, hasta principio de la primavera, teníamos unas buenas vistas del pantano casi libre de obstáculos intermedios.

Estas fotos son de las últimas que he podido tomarle. Se las tomé el martes, pues el miércoles y el jueves no llevaba la cámara cuando salí a pasear

El viernes tampoco me bajé la cámara al salir de casa, pues era muy temprano y tenía que irme a Guadalajara para pasar una consulta del especialista en el hospital de la capital. Así que cuando Suska hizo todo lo que tenía que hacer, pues es rutina diaria, además de una necesidad, nos subimos como habíamos bajado. Bueno, Suska un poco más ligerita.

Así se le veía desde unos metros retirado de la orilla, ya que no se puede uno acercar mucho pues la tierra está blanda y se hunden las pisadas en el barro, que por algunas partes es cieno. Y todo porque el nivel baja durante la noche, o al menos durante ella no se seca la tierra, ni se orea siquiera. Por ciertas partes no se seca ni en días, a pesar de dar el sol.

Pues bien, a día de hoy ya no está sumergido ni a medias de sumergirse o emerger, se lo han llevado de ahí, lo han sacado cuando ya estaba todo el velero a la intemperie. Y estamos a 19 de agosto, por tanto aun quedan más de 30 días para la conclusión estival. Creo que el jueves lo sacaron. Cuando bajé junto al pantano por la mañana, aún estaba ahí, casi se le veía en su totalidad, ladeado totalmente, echado sobre estribor. No tengo fotos de ese día pues no bajé con la cámara.

Últimamente había quedado como a pocos metros del final de la fila de piedras que se ven ya totalmente fuera del agua.

Cuando tomé esta foto hace una semana, el pecio estaba unos metros retirado de ellas. Pero es que también aparecen en el agua menos piedras de las que se veían el jueves y que quedaban más cerca de él, habiendo estado tres días antes de tomar la foto sumergidas hasta el borde de arriba y las que quedan en la arena, una semana antes, o sea unos once días atrás, estaban semi sumergidas. El neumático quedaba bajo el agua.

Al bajar el viernes me enteré, pues ya no lo vi donde lo hemos estado viendo un tiempo, que comenzó apareciendo el galibo y poco a poco, semana a semana, se veía mas parte del mástil. Aunque día a día también se notaba su emerger, al cotejarlo en las fotos que tomaba, pues a habido días en que no bajaba al borde del pantano sin la cámara.

Desde que comenzó a verse, apenas era visible el galibo hasta que alguien lo señalizó con una boya, parecía que se acercaba a la orilla cada día unos metros. Esto era el efecto que causaba al bajar de nivel el pantano, pues todos los días la margen del agua se alejaba unos metros, dejando más tierra al descubierto y retrayendo la orilla hacia el barco.

Recuerdo la tarde que lo vimos desde la terraza, de acá para allá, zarandeado por el fuerte viento. Como los árboles que hay al otro lado de la carretera, y que quedan por frente al edificio, aún no tenían hojas, le veíamos en su ir y venir a la deriva.

Tan pronto el viento lo llevaba hacia la orilla, como lo lanzaba aguas adentro; lo llevaba hacia nuestra derecha, lo hacía girar y lo llevaba hacia la izquierda, como al rato volvía a hacer similares viajes.

A última hora de la tarde, vimos el mástil por entre las ramas en un mismo sitio y creímos que habría encallado en lo que fuese que le sujetase ahí, pues estuvo bastante tiempo en el mismo sitio a pesar del fuerte viento, pues amainar no amainó ni siquiera por la noche.

Estuve tentado de bajar a hacerle algunas fotos, pero siendo de noche tendría que acercarme a la orilla lo más posible para poderle fotografiar, pues con la limitación de la luz del flahs así tendría que ser.

Pero claro, la zona donde estaba, ya de por sí dificultosa de transitar por el día, sería peligrosa por la noche, y más con el viento tan fuerte que había. En "ese rincón" había muchos matorrales entonces: juncos, zarzas, tojos morunos, cardos, etc., y tendría que llevar encendida la linterna, que tampoco es que se pueda usar como foco, que es lo que hubiera necesitado para moverme con seguridad, o al menos más tranquilo por ese sitio.

Pero como el haz de luz es muy limitado y de poco alcance, pues es para alumbrarse en corto, así no se puede caminar de noche por el campo. ¡Y lo sé por experiencia! Pues de chaval, hace ya cerca de cincuenta años -o sea, ayer como el que no quiere la cosa-, tenía que ir al monte, a una graja, teniendo que atravesar dos arroyos. El uno lo pasaba sobre el puente y al otro tenía que cruzar su cauce como podía , pues las consecuencias de las tormentas se llevaban el puente cada año. Como era "normal" la linterna dejaba de funcionar, o mejor dicho de dar luz, cuando tenía que pasar por el que le faltaba el puente.