viernes, 6 de abril de 2012

Amanecer y recorrido alrededor del pantano

Desde la terraza de mi casa vi amanecer, como otros muchos días, y tomé alguna fotos del mismo, como de unas personas que estaban abajo, junto al pantano, tratando de sacar un coche del barro, donde seguramente se meterían aun de noche, creyendo que por ahí tendrían salida directa al pueblo. Estuvieron de juerga casi toda la noche, pues como hacía buen tiempo aprovecharon el fin de semana para hacer botellón, como suelen hacer más entrada la primavera y en el verano. Hasta que me fui a acostar estuve escuchando la música que salía de los altavoces de los coches y que se extendía sobre la superficie del pantano, como si de amplificador se encargase el agua de transmitirla. Ahora que estos no eran del pueblo, porque por el acento del habla debían de ser de algún país del este. Vienen muchos por aquí, por las inmediaciones del pantano, tanto extranjeros como autóctonos, se atiborran de bebidas alcohólicas y por la mañana van que no ven. Y si encima aun no ha amanecido e intentan irse con pocas luces -aparte de las pocas que ellos llevan ya-, les pasa esto: se meten en cualquier barrizal y se quedan clavados en el fango. También hice alguna foto a una curruca que había entre las ramas del álamo de enfrente de la terraza. Lo que no estoy muy seguro, es de si era una curruca capirotada o una curruca cabecinegra, ya que son muy parecidas y en la foto no se distingue bien el color de la cabeza, al estar entre las ramas y no dejarse ver claramente. Cuando bajé a dar mi paseo matutino por alrededor del pantano ya habían conseguido sacar el coche del atolladero donde se habían metido los de la farra nocturna. Vi que ya había algunas personas más junto al pantano, pescadores en su mayoría, y algunos paseantes disfrutando de la espléndida mañana. También estaba la Guardia Civil pidiendo documentación a gentes de un vehículo y revisándolo. Quizás fuese que estuviesen pidiendo licencias de pescadores, como ya he sido testigo de ello en otras ocasiones. Le hice unas fotos a un matorral y un arbolillo que sobresalen del agua y que me sirven de medidores del nivel del pantano, comprobando que éste desciende a pasos agigantados. Se nota mucho de semana en semana, como de día en día. También estuve haciendo fotos a alguna cogujada común que había desayunando junto al agua. En otras ocasiones son cogujadas montesinas, pero hoy no vi ninguna de éstas y sí comunes, pues tienen el pico más largo, que es el distintivo que hace diferenciarlas de las montesinas que lo tienen más corto, pues el plumaje, los dibujos y el colorido de éste son muy parecidos y hay que ser un entendido en la materia para distinguirlas bien desde lejos, o aun en las fotos. Después fui al pueblo, pues tenía que recoger un paquete en la estafeta de correos, y justo enfrente, a pocos metros de mí, había una mirla y un mirlo picoteando por el césped, junto a la pared de la plaza de toros. Al poco de estar merodeando por el suelo, el mirlo se encaramó a los cables y desde allí nos vigilaba a su "señora" mirla y a mí. Al poco llegó un "lindo gatito" acechando a la mirla que tan gustosa y despreocupadamente "desayunaba" entre la hierba, aunque de vez en cuando me miraba por ver qué es lo que hacía, sobre todo cuando oía el clic de la cámara, cada vez que la hacía una foto. Como le fastidié con mi presencia el desayuno al gato, se acurrucó junto a la tapia y se dedicó a observarme él también. Al momento el observador -o sea yo- se convirtió en observado, pues tanto el mirlo desde las alturas, como la mirla y el gato desde el suelo, "no me quitaban ojo". Cuando llegué a casa y me asomé de nuevo a la terraza, vi que había una pequeña bandada de estorninos negros entre las hierbas y posados sobre la alambrera. También se posaron algunos gorriones, machos y hembras, y algún mosquitero, creo que común, pues del mosquitero musical apenas se distingue. La formación que hacían los gorriones entre los huecos de la malla de la alambrada, quedaba muy curiosa, pues unas veces asomaban medio cuerpo de frente para adentro y otras el medio cuerpo de espaldas -o de "culo"-. Después los estorninos tomaron la alambrada y se pusieron en formación sobre el alambre superior, haciendo el característico ruido que hacen ellos. Da gusto oírlos, ya que tienen distintos registros de trino y dan unos silbidos agudos y bastante fuertes. Es una delicia vivir en un lugar así, rodeado de tanta naturaleza viva, y buen vecindario. Y eso que aun no hay muchos mosquitos, de los que de poderlos contar, se contarían miles de millones, que sino, la naturaleza viva sería aun más viva y “zumbante” si cabe.
AdriPozuelo, Sacedón 6 de abril de 2012

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