jueves, 5 de abril de 2012

HOY, TORRIJAS

Hoy me he decido a hacer torrijas, ya que mañana tengo que asistir en Pozuelo de Alarcón al entierro de una tía mía que murió la noche del martes. Y como tengo que madrugar pues tengo que salir de Sacedón a las 8 de la mañana a más tardar, por eso las he hecho hoy.
Las he hecho antes de comer, así podíamos comer alguna de postre ya que estarían frías y más "asentaditas", que es como mejor están, pues se impregnan más del almibar que se va formando con el azúcar, la canela y la leche. Nos hemos comido ya más de la mitad, y eso que no han pasado más que diez horas.
Pero no podré hacer más, para tener el sábado y el domingo, pues la dietista nos dio permiso para comer dos cada uno y ya nos hemos pasado. Con todo y con eso, no nos va a remorder la conciencia por comernos las que quedan.
Normalmente todos los años las hacía el jueves, así algún año llegaban hasta el domingo. Claro que tenía que hacer muchas y contando que también éramos muchos para comerlas, aunque el domingo, casi siempre, ya no quedaban y si quedaba alguna, el que antes desayunase, ese o esa se las comía, porque de sobrar alguna el sábado, no eran más que una o dos, raras veces tres. Y es que en casa nos han gustado a todos las torrijas, y mucho.
En los primeros años de casado no hacía muchas, ya que éramos pocos, pero a medida que fueron llegando los hijos, tuve que ir aumentando la cantidad de tal forma, que cuando ya eran los siete, más mi mujer y yo nueve, hacía dos fuentes grandes y de varios "pisos" cada una.
Cuando las pequeñas fueron algo más grandes y los mayores como es natural más -y que comían como limas, torrijas se entiende-, hacía dos veces en la semana, mejor dicho, en cuatro días, ya que hacía el miércoles y el viernes, o el jueves y el sábado, pues también se arrimaba la suegra a comerlas y algún invitado que llevasen alguna de mis hijas e hijos.
Cuando la mayor se casó, se apuntó también el yerno, pues como vivíamos muy cerca, pasaban por casa a comer torrijas del abuelo.
Después que fueron desfilando los otros, uno se independizó para vivir solo y otros lo hacieron para casarse, la cantidad de torrijas a hacer fue disminuyendo, de tal forma, que últimamente y antes de separarme de mi primera mujer, y madre de mis siete hijos, ya tan solo hacía una fuente; grande, eso sí.
Ahora ya llevo tres años haciendo bastantes menos, aunque este es el que menos he hecho, por el motivo que he dicho antes.

Les diría que si ustedes gustan, pero lo mismo se creen que me estoy guaseando, así que les diré que están buenísimas. ¡Ah! Y este año también las he dado mi toque particular y me han quedado muy ricas. Pero que muy ricas.









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