domingo, 20 de mayo de 2012

De vuelta a Las Anclas, con foto de ruiseñor cantando. ¡Por fin!


El otro día fuimos a la urbanización donde vivimos anteriormente, ya que el portero del edificio tenía unas cartas para darme, pues al encontrármele en el pueblo por la mañana, me dijo que me pasara por allí, porque tenía un "regalito" que darme.

Fuimos por la tarde y aprovechamos para dar un paseo por las calles de Las Anclas y alrededores del pantano, que por aquella parte tiene buenas vistas.

Primeramente estuve haciendo unas fotos a los geranios que tiene Miguel -el portero- en el portal, puesto que estaban preciosos. Los tiene que parecen matorrales de grandes que están, más que plantas de tiesto o maceta.

Seguimos por aquellas calles, unas junto al pantano y otras por el interior de la urbanización, y en una de ellas nos paramos, pues al pasar por cierto sitio y con las ventanillas del coche bajadas, ya que hacía un día espléndido, oímos el canto de varios ruiseñores, junto al de otros pájaros como jilgueros, verderones, verdecillos y pitirrojos, más los de algún que otro estornino.

Como decía, paré el coche y nos bajamos a deleitarnos con tan canoros y agradables sonidos. Como es normal, bajé con la cámara preparada por si alguno de ellos "se dejaba" fotografiar, desarrollando su grata melodía. Justo al borde de la carretera, pues son lo que parecen aquellas calles asfaltadas con cunetas y todo a cada lado, había un frondoso árbol con flores blancas muy olorosas.

De allí venía el canto del ruiseñor que se oía más cercano y allí me planté debajo de las ramas, mirando casi flor a flor, más que rama a rama, por ver si daba con él. Por más que me movía lentamente, daba un pequeño paso a un lado y después al otro, avanzaba, retrocedía y cambiaba de posición, no daba con el músico. Cristina se hartó de estar de pie debajo del árbol y se fue a sentar dentro del coche, pues desde allí -a cuatro o cinco metros- también se le oía claramente.

La verdad es que parece increíble que un pájaro tan pequeño tenga esa potencia de trino como para que se le oiga a tal radio de distancia como se le oye, que son muchos metros. Yo no me cansé y seguí con mis movimientos de atrás hacia adelante y de un lado a otro -muy lentos, eso sí-, por ver si lo localizaba, ya que me guiaba por el sonido. Cuando creía que venía el canto desde una rama enfocaba hacia ella la cámara por si lo podía fotografiar, luego me parecía que venía de otra. Así me tuvo un buen rato, y todo es porque él era el que movía la cabeza según trinaba, de un lado a otro y al cantar tan fuerte, parece que viene de otro sitio el sonido.

Al fin se movió de rama y lo vi. Ya solamente con eso, con haberle visto, me puse la mar de contento pues no es tan fácil verlo, ya que ellos no suelen dejarse ver. Me acerqué muy despacito hasta quedar en una postura en que le veía entre las ramitas y las flores. Estaba entusiasmado viéndole en directo y además viendo y oyendo cómo cantaba. Le hice un motón de fotos, tanto cuando cantaba como cuando se callaba y tan solo salieron dos nítidas, debido a que como estaba entre las ramas y estas se movían con el ligero aire que hacía, la cámara, al ser automático el enfoque, lo fijaba en las ramas o flores que se interponían entre el pájaro y el objetivo.

Aguantó bastante tiempo allí, mirándome cuando dejaba de trinar, silbar, o "tocar la flauta". Cuando visioné en el ordenador "todo el material", la primera, segunda, tercera y muchas más, estaban borrosas. Seguí, con el medio pesar de no tener una clara, pero con la satisfacción de haberle visto en directo, que ya con esto me daba por agraciado.

Al final, o casi al final, veo una en la que con el pico abierto y la cabeza un poco hacia arriba, está lanzando su melodía al espacio. Pasé dos más y vi otra clara, aunque está con la cabeza para abajo, como si estuviese picando algo en la rama, pero se le ve claramente al menos. Al final mi espera mereció la pena. Yo creo que él estuvo esperando a que tuviese alguna foto nítida, ya que son de las últimas que le tomé antes de que saliese volando.

Hicimos un poco más de recorrido por aquellas calles y unas cuantas fotos más, y nos acercamos hasta el Viaducto de Entrepeñas, para tomar unas cuantas fotos de por allí, que aunque ya tengo aquello fotografiado con el pantano lleno, no lo tengo plasmado con tan poco agua como le queda y con todos los accidentes orográficos que han quedado a la vista.

De regreso, Cris estuvo tomando unas fotos al azuz de Pareja, ya atardeciendo, que le quedaron muy bonitas.

Espero que disfrutéis del reportaje y del ruiseñor cantando, aunque no podáis oírle. Al menos lo veis en fotografía, hasta que lo podáis ver en la naturaleza como yo -al fin- lo he visto; si es que no lo habéis visto ya, claro está.

AdriPozuelo
Sacedón





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