sábado, 3 de marzo de 2012

Amanecer, garza, cormoranes, ánades y cosillas. (y III)

Después me entretuve en hacer algunas fotos a los aislantes que hay en lo alto de alguna columna de las abandonadas por la hidroeléctrica, como de los que hay en la fachada de la casa de máquinas, cerca de la Boca del Infierno, al fondo de uno de los caminos que hay el la ladera del alto. De regreso hacia casa, le hice fotos a una embarcación que surcaba el pantano con unas personas que iban pescando sobre la marcha y al rebaño de ovejas que pasa todos los días por las inmediaciones del pantano, tanto en un sentido por la mañana, como en otro por la tarde. Suska –mi perrita- cuando las ve se pone nerviosita y a ladrarlas. Si la llevase suelta, más de una vez las habría hecho correr. Ya cerca de casa, dentro de la urbanización, tomé alguna foto a los madroños que aun continúan en las ramas, muy maduros ya, pero que se encargarán las aves o los insectos de dar cuenta de ellos, pues ya no los va a coger nadie. Según me dijo uno de los vecinos, ya han cogido y comido muchos, pero que ya no quieren más. La verdad es que tiempo atrás fotografié las ramas con los frutos a medio madurar unos y verdes aun otros, y no había tantos como para que se hayan hartado de comer y, encima –además- queden los que quedan marchitándose en las ramas del madroño del vecino. Que por cierto, no es el que está harto de los frutos, pues el propietario no vive aquí de continuo.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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